DAI-ICHI – Dai-Ichi (2019)

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1. Okaruto-shugisha
2. Kurushimu
3. Jikohakai
4. Mokushi
5. Chuudoku
6. Shina moeta ki
7. Seishi
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Han Kirisuto – Todos los instrumentos
Yürei – Cantante
Debut para esta misteriosa banda que ficha por el sello Folkvangr Productions, un sello americano de metal extremo. Escucho Okaruto-shugisha y me echo las manos a la cabeza. Quizás es la producción más lograda de lo que va de año, han conseguido un sonido atroz, su idea de Black Metal está completamente contaminada por el Noise y es algo que le da mucha personalidad a su sonido.
Pero no nos vamos a quedar con lo superficial, aquí todos los que reseñamos somos veteranos de la guerra del Vietnam. Kurushimu no es tan brillante como el anterior tema pero si apartas el ruidismo en la producción que al que esté ajeno a la escena Under pues sentirá jaqueca, no así el amante del Under que estará más que satisfecho… pues si apartamos eso, nos encontramos con elementos de Black/Thrash y Speed/Punk con elementos Black.
El problema es que el efecto sorpresa se evapora tras los dos primeros temas, es decir, esa característica de la producción se convierte en algo genérico y común a todos los temas que es lo que le da esa característica tan suya a este disco. En ocasiones sirve para tapar carencias como en Jikohakai y en otras, el efecto contrario que es taponar la creatividad de la banda.
Mokushi es un tema de un minuto que sirve a forma de introducción pero muestra la mejor cara de la banda, son capaces de generar algo oscuro, sin ser nada creativo ni técnico, pero sí alocado y diferente y es de agradecer esas pinceladas de Occult Metal que tienen. Chuudoku pues siguiendo los mismos pasos que los anteriores temas, es decir, el sonido de la batería es simple, puro Punk acelerado de toda la vida, sin apenas variación, uso y abuso de los platillos al que se le añade la distorsión de la guitarra y la producción dando ese aroma tan sucio a la composición pero esto tapa un poco los riffs que son de puro Heavy Metal y suenan realmente oscuros.
Shina moeta ki vuelve a la casilla de salida sin más historia, es igual que el primer corte donde te llevabas esa sorpresa tan grata, solo que tratan de multiplicar el efecto por lo tanto es donde más tiran de ritmos atonales y donde más suciedad generan en la producción. Seishi es una buena forma de finalizar el trabajo y la pista de que se les puede exigir mucho más que un sonido realmente sucio. Con la épica y la lentitud de los Bathory, con la suciedad de los Mayhem,… es sencillo pero te atrapan y recuerdan un poco al Black ortodoxo japonés, el caso es que tienen mimbres para hacer algo mucho más ambicioso. Lo que nos queda claro es que es una banda que encontró en su primer trabajo su sonido, por lo tanto suenan con mucho carácter y son perfectamente reconocibles, y eso lograrlo en un debut, pues es bastante complejo, ellos lo han conseguido.